lunes, 10 de agosto de 2009

¿Y el ganador de la entrevista de trabajo es para...?


El más fuerte. Así lo confirmó el Sr. Darwin… Todo es un ciclo evolutivo de selección natural. Pasó un gran tiempo desde el origen, creciste lo suficiente y llegó la hora. Cumpliste el pre-escolar, la primaria, la secundaria y estás por terminar (o lo hiciste) la universidad. Es el momento de emanciparte, de emprender la búsqueda hacia la libertad.

Tus padres te amaron y cuidaron lo mejor que pudieron. Ellos saben que esta es la oportunidad clásica de que un honorable descendiente empiece, de verdad, a enfrentarse con el mundo real y alejarse por completo de la burbuja protectora. La respuesta a ese planteamiento es la “independencia”. Y en este mundo, eso se consigue por la vía (aunque suene mal) del dinero, pero no es un camino fácil, y para ello hay que ganárselo.

Desafiar la lotería (que implica billetes y monedas) o asumirlo como adulto que eres y jugar a trabajar, donde demuestres los conocimientos adquiridos a lo largo de la existencia. Una profunda, experimental y larga película en la que se dibuja una silueta de persona y al lado se traza unas raíces bien fijas, una sólida base, en el cual el tronco empieza a endurecerse y a volverse más áspero; el individuo descubre que debe subir el Apamate en que se encuentra hasta el final con los ojos cerrados, y se da cuenta que tiene muchísimas ramas, que encuentra obstáculos que le impiden lograrlo y que cada vez las bifurcaciones son más inseguras y exigentes. El desenlace no es previsible, o quizá sí...



Entonces... obtener un trabajo conlleva una serie de pasos más rigurosos con el transcurrir de los años, que se inicia como un viaje en el que no sabes si eres el protagonista Ulises en la Odisea que llegará a Ítaca o para tu desgracia sólo serás un secundario.

Elegir con actitud positiva lo primero. Si es posible, investigar qué exactamente es lo que quieres hacer y qué te gusta para luego escarbar en que empresas se cumplen tus necesidades y exigencias. Es importante aclarar que está redactado tu CV sobresaliente, en el cual intentas destacar tu inteligencia, conocimientos, experiencias, talleres, cursos, habilidades, destrezas, idiomas, colegios a los que asististe, y todo etc. que pueda ayudar con el objetivo, porque ya has visualizado el objeto del deseo.

El segundo paso es enviarlo. Si has sembrado frutos, y tienes suerte, busca recomendaciones y te encomiendas a Dios para que alguien importante establezca contacto contigo.

Luego, hay dos opciones: que te deprimas porque pasen los días y no te convocaron (conmoción horrible) porque ni siquiera eres apto para que distingan tus capacidades personalmente. Otra posibilidad, es que ocurre el milagro, te alegras del llamado a competir a la selección del personal y pasas a la segunda etapa, una dicha que sorprende no por tu preparación, sino por la gran demanda y la poca oferta.

Por un lado, se intensifica el miedo, tienes que combatir con el disfraz del más poderoso y con las mejores tácticas y estrategias previamente ordenadas como en una guerra de Troya para lograr pasar a otra ronda, que va desde un método a lo “Gronhölm” en el que luchas con “animales racionales” por lo que anhelas. Y por otro lado, puede que te salves, pero quedan formularios y tres, dos o una entrevista laboral (dependiendo del tamaño y exigencia de la organización para dicho puesto) que te pone ansioso por ser observado como un ratoncito de laboratorio.

El mejor de los casos es tener la entrevista soñada. Das lo mejor. Y esto tiene dos respuestas: Lo que querías y lo que no, que normalmente es: Gracias, buena entrevista, te estamos llamando (y no lo hacen). Muchas veces viene lo difícil, un sueño roto y truncado. Finalmente te quiebras.




El meollo es que te crees apto por todos tus logros y fracasos, por tus virtudes y defectos. El jurado determinó lo contrario. El punto es que sabías que estabas muy lejos del Areté, pero ahora te percatas de estar en pañales. Haz de concluir que eres uno del montón. Sin embargo, no es razón para rendirse, es un duelo que involucra un aprendizaje para que en la repetición te hagas más fuerte y algún día logres el propósito que tenías impuesto o el nuevo sueño, producto de las costumbres de la vida.

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