domingo, 27 de septiembre de 2009

Pocas de cal y muchas de arena... Mi experiencia teatral! (Parte I de III)

Cuando hace 5 años audicioné para Teatro UCAB, junto a dos grandes amigas del alma, era una persona super introvertida... Me daba PÁNICO hablar en público, no encontraba palabras entre los nervios y mi autocrítica, realmente tenía un tono bajo y duditativo (producto de mis sombras). Paralelamente, tenía sueños de mejorar como persona, obtener una nueva vivencia, conocer gente especial (individuos diferentes a lo común), y por qué no descubrir un nuevo talento.

En mi primer año, conocí gente como yo inocentes con miles de expectativas en esta envolvente experiencia artística. También a los "viejos y duros" que se veían inalcanzables, y que había que tratarlos con respeto y adoración, a pesar de que la mayoría de ellos te aplicaran la ley del hielo.

Hice ejercios (que ahora que lo pienso disfruté muchísimo) desde el espejo, caminar por el espacio hasta juegos de integración y agilidad mental. Al poco tiempo estuve en una lectura dramatizada de una obra de Arthur Miller de 1952 llamada "Las Brujas de Salem" basada en los hechos sobre juicios de brujas que rodearon a un lugar como Salem, Massachusetts en los Estados Unidos en 1692. El Sr. Miller escribió sobre el evento como una gran y poderosa metáfora de la persecución ideológica del "mccarthismo" que sucedió en EEUU en los años 50. Esta pieza teatral tan actual que me sorprende...

En fin, la obra era dirigida por la Srta. O' Callaghan, burda de intensa y especial, la estimé mucho, a pesar de sus gritos e histeria (por dentro contaba a veces hasta 10 por ser primeriza como directora), pero no conozco alguien con taanta pasión desbordante por el teatro... "Las Brujas de Salem" significó mi primera entrada a las tablas, mi personaje era masculino (para mi desgracia incómoda), era el Juez Hathorne que "...tuvo un papel tan protagonista en el martirio de las brujas, que puede decirse justamente que su sangre dejó una mancha sobre él. Tan profunda, que sus viejos y secos huesos, en el cementerio de Charte Street, aún deben conservar esa mancha, a no ser que no se hayan convertido ya en polvo". Cita que extrigo de la página www.hplovecraft.es.

Nunca aprecié a Hathorne. Simplemente me dedfiqué a juzgar al personaje, no estaba de acuerdo en lo que hizo ese señor. Me parecía detestable. Esto también producto de que no me brindaron herramientas o técnicas para llegarle al sujeto de estudio. Y por novata tampoco me procupé sola en hacerlo. Además odiaba a Hathorne porque actuar como hombre me molestaba, me parecía humillante. Para lo femenina que yo era pensaba que si fuera marimacha sería más fácil actuar y ser masculina.

La Ley de Murphy logró que al año siguiente repitiera el personaje, pero esta vez con una puesta en escena como tal y no leyendo nada más. Amaba la obra, era sublime. Me fascinaba la defensa de la verdad y de su nombre de John Proctor, lo perversa que podía ser Abigail Williams, la conciencia del reverendo Hale, la integridad de Giles Corey y las tantas características de otros personajes. Me encantaba la propuesta artística de Ana. Sin embargo, seguía aborreciendo a Hathorne y como actriz era Mala, con M mayúscula, me enredaba, gritaba o susurraba los textos, a veces engolaba la voz (patético) y no caracterizaba bien. Sumando una de arena.

También, en mi segundio año estuve en "El Principito", una magnífica obra del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Amo con tooodas mis fuerzas al Principito. Él representa ese niño que llevamos por dentro, el cual evoca los valores más arraigados y esenciales de la humanidad. En mi memoria siempre estará el secreto del Zorro: "Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos".

Dentro de la obra montada por José Rafael Briceño (También llamado José o Prof. Briceño) yo audicioné y entre de bromita, por un pelo... Repito era muy mala actriz. Obtuve el personaje del Vanidoso, que simboliza la soberbia y egoísmo del hombre, el cual busca el reconocimiento y la admiración social, viviendo en la superficie, y como diría el Principito: ¿Para qué te sirve?. Definitivamente, las personas grandes son muy extrañas.

Mi personaje era un títere, muy simpático por cierto, pero sólo eso. Disfruté el proceso... Las lecturas, la creación de los títeres con goma espuma y un fuerte olor a pega de zapato, el papel maché para los planetas, el viaje a San Rafael de Mucuchíes, las palabras de aliento del director, en general, el aprendizaje con mis compañeros y el compartir con un duro como José. Una de cal para el recuerdo.

Luego en el 3º año (a pesar de ser una chica normalita del grupo con más pena que gloria) quise meterme en todo lo que pude. Estuve en un taller que abandoné (Me arrepiento de eso) con el poderoso y enigmático Alejandro, impresionante director actoral... el cual partía de un método a lo grotowskiano y que pretendía montar "Macbeth" de William Shakespeare. Desertamos a cuenta gota y no hubo "Quórum" para la puesta en escena.

En ese mismo tiempo estuve en Antígona, una obra teatral del dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht (1947), una pieza con una mirada social, de compromiso político, que abogaba por los problemas de la época sin ser el populismo de ahora. Esta realización estuvo a cargo de José. Fue mi montaje favorito de él, por lo menos de lo que he visto. Extraordinario en una palabra...

Yo era parte del coro (como cosa rara), y entre nosotros formaba parte de los "victoriosos". Creo que era tan nula que si hago mención de mi participación en la obra... La gente dirá: ¿Estabas ahí? No me acuerdo. Lo importante de nuevo es la experiencia de ver como José tomaba decisiones, veía como diigía a los actores, seleccionaba la música, los movimientos, todo.

Igualmente, estuve en mi primera obra con la gran Virginia Aponte (la llamamos Virgi por cariño). Se conocía como "Píntame Angelitos Negros" o cuyo nombre oficial era "La Última Dictadura" (de Virginia, jaja, así decían algunos). Una obra escrita por un amigo de la directora cuyo nombre no recuerdo y versionada por ella. Una creación poética que narra fragmentos de Andrés Eloy Blanco, poeta venezolano, que murió exiliado involuntariamente, sobre el pintor venezolano Armando Reverón y sus muñecas, y la relación con la muerte, la dictadura, la política, el pueblo, la tierra, la inspiración, los sueños, entre otros... Ahí fui una pregonera. Anunciaba junto a otras tres las escenas de la obra. La directora nos regaló a cada pregonera una linterna muy cuchi (el hecho de notificar cada escena era tan extraño, me parecía vano, nunca comenté nada al respecto). Estaba siempre en las escaleras durante la obra como una acomodadora de un cine. Me deleité con las imágenes paradisiacas de la obra. Mmm, era una espectadora privilegiada... Otra de arena.

Intenté también pertenecer a otra obra dirigida por Ana llamada "Los Intereses Creados" del Sr. Jacinto Benavente, dramaturgo y director, guionista y productor de cine español poco conocido.. Me llamaba la atención pertenecer a una comedia después de tanto drama. Audicioné y ¿Adivinen? Obtuve lo mismo de siempre el personaje más x... Pero muy divertivo llamada Laura. Era una alegría porque por fin caracterizaba una mujer. Laura era también superficial, de esas que siempre están pendiente del que dirán y sigilosas de cazar una oportunidad. Por mis otros compromisos adquiridos tuve que abandonar la obra.